Durante los últimos años, a pesar del crecimiento en
la producción del sector en España, la tendencia es de
caída en el consumo de leche líquida, de estabilidad
para el caso de los derivados lácteos y de mejora en las
exportaciones que, sin embargo, no absorben los excedentes
del mercado nacional. Las modas impuestas por
nutricionistas y blogueros han contribuido a demonizar
la leche líquida, cuyo consumo se ha traspasado a otras
bebidas de soja, avena o almendras.