Comercio y ciudad están obligados a entenderse, ya que la optimización de la actividad del primero favorece al segundo, mientras que la planificación urbanística permite una disposición adecuada de los establecimientos comerciales.
La planificación del territorio, la estructura comercial, las regulaciones, la mejora del espacio urbano y la optimización de la actividad comercial son algunas de las principales claves en las que se fundamenta el urbanismo comercial.
En este contexto, los mercados municipales representan el punto de encuentro para el abastecimiento en las ciudades y desarrollan un flujo de consumidores que se desplazan caminando. En la relación entre ciudad y comercio, la adecuación de las áreas cercanas a los mercados conlleva beneficios no sólo para los centros, sino también para el barrio.
Además, los mercados municipales facilitan y promueven áreas de comercios especializados en su entorno. Por su parte, en el segmento de locales comerciales, los precios de venta todavía no alcanzan los niveles previos a la pandemia y su evolución sigue condicionada por la presión sobre las rentas de alquiler.